lunes, julio 20, 2009

DE LA TIERRA Y LA LUNA

Hace 40 años nací yo. Realmente hace 55 (1954), pero fue a partir de 1967, cuando en medio de una serie de sucesos importantes que cambiaron mi vida (uno de ellos haber regresado a vivir a Popayán), nací a la conciencia de lo que soy. Y uno de esos sucesos importantes fue la misión Apollo 8 (1968), cuyos astronautas tomaron la foto de arriba, en la cual por primera vez los seres humanos vimos la Tierra -tan hermosa y tan viva- desde el espacio exterior. Fritjof Capra, entre otros, afirma que con esa foto y con lo que ella suscitó, nació el "movimiento ambiental". Vinieron después las misiones Apollo 9 y 10, y la 11 que, hoy hace precisamente 40 años, llevó a dos seres humanos a la superficie lunar.

Eran también los años de "2001 Odisea Espacial", la película de Stanley Kubrik inspirada en la novela de Arthur Clarke, y una obra maestra -en mi concepto todavía no superada- de la ciencia ficción. Y la época en que mi papá me regaló EL telescopio (resalto el artículo determinado) que todavía conservo como parte de mí.

1969 era también el año del Sesquicentenario de la Independencia, cuando me gané un concurso convocado por la Academia de Historia del Cauca, con un trabajo sobre la batalla del Pantano de Vargas. El premio fueron 3 mil pesos, de los cuales invertí $770 en "La Gran Aventura del Espacio", una obra de dos tomos publicada por Salvat. (Debo confesar que me hice el pendejo ante la propuesta de un pariente cura para que les donara el premio a las "Luisas de Marillac").

Yo estudiaba en cuarto de bachillerato en el Liceo de Popayán, y después de haber sido un vago en tercero, me puse las pilas y me convertí en un "duro" en matemáticas -en Álgebra en particular- entre otras razones inspirado por esa "gran aventura del espacio" a la cual no solamente tenía acceso vía el libro de Salvat, sino que vivía en tiempo real, especialmente a través de la radio ("The Voice of America", HCJB del Ecuador y -quién lo iba a creer- Radio Sutatenza en Boyacá) que lo mantenía a uno enterado al minuto de los que sucedía en cada misión espacial. Además de que uno escribía a esas emisoras y le mandaban fotos e información.

Hoy hace 40 años, el 20 de Julio de 1969, vimos el alunizaje por televisión, con mi abuelo Francico José Chaux. Mi abuelo traía a la memoria las discusiones que les oyó a sus tíos (mis tíos bisabuelos) alrededor del vuelo de los hermanos Wright, y las polémicas sobre si era o no posible volar en un objeto más pesado que el aire.

Esta foto realmente no es "de la época". La tomé en 2004 cuando celebraron en el Aeroclub de Guaimaral el centenario del vuelo de los hermanos Wright. (Gracias otra vez a Catherine Leaver por la invitación)


A través de estas imágenes borrosas, millones de terrícolas llegamos con los astronautas a la superficie lunar.

Una de las razones que contribuyeron a que me volviera un "duro" en matemáticas, fueron las novelas de Julio Verne, y particularmente un pasaje de "La Isla Misteriosa" en que el ingeniero Cyrus Smith calcula la altura de una montaña por triangulación. (Otras razones tienen que ver con los nombres de Roberto Campo, Luis Antonio Cruz y Albert Hartman, que fueron mis profesores de matemáticas en 4°, 5° y 6° de bachillerato. Aunque realmente Roberto Campo no fue profesor en sentido formal: a él -siendo estudiante de electrónica- lo contrató mi mamá para que me ayudara a "salvar tercero"... y lo logró).

Yo heredé a través de mi mamá, un ejemplar que contenía dos novelas de Verne y que Rodolfo Castro (me imagino que un admirador), le regaló a "la tía Josefita" (tía de mi abuelo, tía bisabuela mía y hermana de Liborio Chaux, quien fuera el dueño del libro de Camilo Flammarión a que hace referencia la entrada de ayer en este mismo blog).


Quien sabe si se deba a la visión futurista de Verne, que esta novela vincule dos temas actuales de la realidad colombiana: los globos y los hipopótamos.

Ilustraciones de Riou y Montaut que, al igual que los textos, nos ponían -y nos ponen todavía- a volar.

Puedo asegurar sin temor a equivocarme, que desde esa época todos los pasos que he dado en la vida -o que la vida me ha llevado a dar- han estado influenciados de alguna manera por la aventura espacial.


Solamente en el año 2006 pude visitar personalmente un sitio que me conocía de memoria a través de la literatura: el Cabo Cañaveral. Me estrené con este habitante de los intersticios de un cohete (bajo el número 553).


Y de aquí para abajo, todos estos son objetos de culto para quienes seguimos pensando que la conquista del espacio ha sido uno de los mejores logros de esta (en otros aspectos infame) humanidad.








Aves del Cabo Cañaveral

ECLIPSE TOTAL
Pasado mañana, miércoles 22 de Julio de 2009, será visible en la India y en partes de la China, uno de los mejores espectáculos que puede presenciar un habitante de la Tierra: un eclipse total del Sol.

Eclipse explicado en el libro "Iniciación Astronómica" de Camilo Flammarión, que por allá en 1967 o 68 me compró mi mamá en la librería de don Carlos Climent en Popayán.

Y el eclipse en la realidad:


MUSEO DE COHETES Y FÓSILES VIVIENTES


Las plantas son ZAMIAS, fósiles vivientes que existen en la Tierra desde hace 230 millones de años. Entiendo que la planta mas antigua de México es una zamia que tiene -ese ejemplar- cerca de 2.500 años de edad.

domingo, julio 19, 2009

¡LA GLOBALIZACIÓN DE BOGOTÁ!

¡Y de pronto se llenó de globos el cielo de Bogotá! Lo más sorprendente era el silencio en que se desarrollaba ese expectáculo de color y volatilidad. Me imagino que no estábamos viendo la manera de volar en el pasado, sino un anticipo de los que serán en el futuro los viajes aéreos.

"No ambiciono el privilegio de ejercer sobre mis lectores la fascinación que sobre mi propio espíritu ha ejercido el encanto de los viajes aéreos; pero debo decir y asegurar que he experimentado en ellos una verdadera fascinación que no puede compararse á otra alguna, y que por extraño que parezca, estas contemplaciones nos dan, más aún que la astronomía, la nostalgia del cielo."
Camilo Flammarion (1880)

Cuando por allá a finales del siglo XIX o principios del XX, mi tío bisabuelo Liborio Chaux Rengifo compró este libro en la librería Camacho Roldán & Tamayo de Bogotá, qué se iba a imaginar que un sobrino bisnieto suyo lo iba a tener en la memoria en el año noveno del siglo XXI, exactamente cuarenta años después de la víspera de esa fecha histórica en que por primera vez un ser humano caminó sobre la superficie lunar.






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En confabulación con el Sol, este sifón también hizo su aporte a la magia de la mañana.