Al fondo del canal vaginal una cabecita peluda se acomoda, gira, avanza suavemente, lentamente, lubricádamente, lúbricamente, con una precisión mecánica, biológica... entre electrónica y humana. Casi que se pueden adivinar las instrucciones del Centro de Control de Vuelo para su acoplamiento con el mundo: giro a la izquierda 180 grados... LEDS que se encienden y se apagan... Oxígeno para la mamá... Un esfuerzo más... Latidos del corazón: normal... Pulso: normal... Presión sanguínea: normal... Temperatura: normal... Respiración: normal... Todo normal: todo excitado, todo presionado al máximo, todo acelerado, todo reinventado... Todo sobrecargado de Adrenalina... El mundo que se vuelve estrecho, que me empuja, que me estruja. El mundo que se llena de ecos circulares... De colores concéntricos... El mundo que me expulsa. El líquido en el cual he navegado nueve meses, fluyendo por el túnel como una catarata. Y al fondo del túnel, una luz que se dilata y que se cierra, como un gran iris que me observa, que me absorbe, que me espera. Jadeos... Sudor... Dolor... Latidos de corazón acelerados... Un esfuerzo más... Unos dedos que me toman y me halan delicada, pero firmemente, la cabeza... Otro esfuerzo... El conteo final: cinco, cuatro, tres, dos, uno, cero: CONTACTO...

Fragmento "Del Manual para un Nuevo Usuario del Planeta Tierra"
Gustavo Wilches-Chaux, Popayán (1988)
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