Me refiero, por ejemplo, al caso del maestro o de la maestra de geografía que se lamentan de la ausencia de textos o de láminas que muestren qué son las penínsulas y las bahías, o las ensenadas y los cabos, o las caletas y las puntas, o los golfos y los fiordos, mientras sobre sus cabezas y las de sus alumnos, pasa gratis “el cine de los cielos”.
Mientras en los volátiles contornos de las nubes contra el cielo azul, se forman y se transforman penínsulas de la Guajira y golfos de Maracaibo, fragmentos enteros y reconocibles de las costas Atlántica y Pacífica, continentes que se separan o se juntan creando istmos centroamericanos, desembocaduras de ríos que forman archipiélagos y bocanas, mares interiores unidos por estrechos, o territorios arcifinios cuyas fronteras siguen el curso de ríos y montañas. Masas de nubes que se fraccionan o se chocan, como en un “software educativo” sobre la deriva continental y la tectónica de placas... Rizos, espirales, bucles que además se repiten en los “arcos y torbellinos”, nombres técnicos con que los dactiloscopistas designan los surcos de nuestras huellas dactilares. Estructuras ramificadas y orografías impresas en nuestras tan desconocidas palmas de las manos. (Y pongo un énfasis especial en esta parte, para quienes después de una “clase de nubes” necesiten material para estudiar en la casa.)
Estamos en la obligación de conspirar con la teoría del caos y la geografía de fractales, para reconocerle la cara al país en el contorno de las nubes, y para poder recuperar yá esa “lengua sensual”, en esta Tierra, y no sólo como auguraba Böhme, en otro mundo."
Cuando todos los pueblos hablaban una sola lengua, entonces se entendían, pero cuando ya no quisieron utilizar la lengua sensual, entonces perdieron el recto conocimiento, porque transfirieron los espíritus de la lengua sensual a una tosca forma exterior... Ahora ningún pueblo comprende ya el lenguaje sensual, mientras que los pájaros del aire y los animales de los bosques se entienden perfectamente según sus cualidades. Los hombres deben darse cuenta de qué han sido privados y de qué adquirirán cuando renazcan, ya no sobre esta tierra, sino en otro mundo espiritual. Todos los espíritus hablan entre sí un lenguaje sensual, no necesitan otro lenguaje, porque el suyo es el Lenguaje de la Naturaleza.
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