
domingo, junio 15, 2008
Desagravio al elefante

sábado, mayo 10, 2008
LA TIERRA... en las nubes

Me refiero, por ejemplo, al caso del maestro o de la maestra de geografía que se lamentan de la ausencia de textos o de láminas que muestren qué son las penínsulas y las bahías, o las ensenadas y los cabos, o las caletas y las puntas, o los golfos y los fiordos, mientras sobre sus cabezas y las de sus alumnos, pasa gratis “el cine de los cielos”.
Mientras en los volátiles contornos de las nubes contra el cielo azul, se forman y se transforman penínsulas de la Guajira y golfos de Maracaibo, fragmentos enteros y reconocibles de las costas Atlántica y Pacífica, continentes que se separan o se juntan creando istmos centroamericanos, desembocaduras de ríos que forman archipiélagos y bocanas, mares interiores unidos por estrechos, o territorios arcifinios cuyas fronteras siguen el curso de ríos y montañas. Masas de nubes que se fraccionan o se chocan, como en un “software educativo” sobre la deriva continental y la tectónica de placas... Rizos, espirales, bucles que además se repiten en los “arcos y torbellinos”, nombres técnicos con que los dactiloscopistas designan los surcos de nuestras huellas dactilares. Estructuras ramificadas y orografías impresas en nuestras tan desconocidas palmas de las manos. (Y pongo un énfasis especial en esta parte, para quienes después de una “clase de nubes” necesiten material para estudiar en la casa.)
Estamos en la obligación de conspirar con la teoría del caos y la geografía de fractales, para reconocerle la cara al país en el contorno de las nubes, y para poder recuperar yá esa “lengua sensual”, en esta Tierra, y no sólo como auguraba Böhme, en otro mundo."
Cuando todos los pueblos hablaban una sola lengua, entonces se entendían, pero cuando ya no quisieron utilizar la lengua sensual, entonces perdieron el recto conocimiento, porque transfirieron los espíritus de la lengua sensual a una tosca forma exterior... Ahora ningún pueblo comprende ya el lenguaje sensual, mientras que los pájaros del aire y los animales de los bosques se entienden perfectamente según sus cualidades. Los hombres deben darse cuenta de qué han sido privados y de qué adquirirán cuando renazcan, ya no sobre esta tierra, sino en otro mundo espiritual. Todos los espíritus hablan entre sí un lenguaje sensual, no necesitan otro lenguaje, porque el suyo es el Lenguaje de la Naturaleza.
viernes, abril 18, 2008
ESPANTOS EN FORMACIÓN

martes, abril 15, 2008
HAROLD LORA H
lunes, marzo 24, 2008
"La Historia de Prestobarba"
Conservo el sonido original del video: "La cabalgata deportiva Gillete", programa que transmitía el radio mientras esos seres de luz hacían su arribo, en rigurosas parejas, a la ciudad de Bogotá (Octubre 2007). ¿Que pasó con ese ejército invasor? La respuesta es clara: como sus 'cuerpos' necesitan un ambiente de aguacero y oscuridad, desaparecen cuando amanece y/o deja de llover.
sábado, marzo 22, 2008
Curso rápido de Nostalgia Avanzada: SAMACÁ
¿No estuvo recatada bajo frondas umbrías,
no tuvo un naranjero, y un sauce y un palmar?
El viejo huertecillo de perfumadas grutas
donde íbamos... donde iban los niños a jugar,
¿no tiene ahora nidos y pájaros y frutas?
¿Señora, y quién recoge los gajos del pomar?
Decidme, ¿ha mucho tiempo que se arruinó el molino
y que perdió sus muros, su acequia, su pajar?
Las hierbas, ya crecidas, ocultan el camino.
¿De quién son esas fábricas? ¿Quién hizo puente real?
Parábola del Retorno
Porfirio Barba Jacob (1906)

De Samacá conservo, sobre todo, recuerdos olfativos y sensaciones de piel. Solamente en 1986, cuando vivía en Great Milton, un pueblito inglés cercano a Oxford, me dí cuenta de que esa sensación que me ligaba a Samacá, era el olor a frío y a carbón.
Ayer, 21 de marzo de 2008, regresé por segunda vez después de que nos fuimos de allí a fines de 1961 o principios de 1962 (la primera vez que volví fue hace un poco menos de 20 años). Encontré los restos de la fábrica y las ruinas de la que fuera “la Casa de la Administración”. Materialmente recogiendo los pasos, recorrí (con

Esta fue la misma casa en la que yo, cuando tenía 7 años, viví en Samacá, pero no donde nació mi papá. Esta última desapareció el 2 de noviembre de 1936, cuando (tiempo después de que mi abuelo y su familia se fueron de allá) el río Gachanaca rompió una presa, inundó el valle de Samacá, destruyó varias casas del pueblo y de la fábrica y causó la pérdida de por lo menos 200 vidas humanas. El agua volvió por lo suyo porque, según cuenta la historia, lo que hoy es el valle de Samacá era un gran lago (la Laguna de Camcicá), que desecaron los conquistadores españoles para poder cultivar.
si pudiera comprarte, si pudiera
restaurar tus balcones y tejados,
y por el caracol de tu escalera
subir a tus salones empolvados
para en tu soledad, casona austera,
revivir episodios olvidados,
teniendo en tu zaguán loro y portera…
Pero tú, caserón en esqueleto,
refugio de vampiros y lagartos,
donde penetra el sol hecho una brasa,
¡ qué sabes de las cuitas de un bisnieto,
de un bisnieto aburrido y sin dos cuartos,
que no puede comprarte, pobre casa !...


jueves, marzo 20, 2008
ESTIGMAS DE LA PASIÓN


Y para terminar, este puente a la entrada "Aproximación al Equinoccio" de mi blog TEOFANÍAS:

Lo anterior es una de las consecuencias del hecho de que la mayor parte de las fiestas de la Iglesia se superpusieron sobre las celebraciones paganas de la antigua Europa, íntimamente ligadas a las estaciones y, en consecuencia, a los movimientos celestes de la luna y del sol. Y también se debe a que la Pasión de Cristo sucedió durante los días de la Pascua judía, conmemorativa de la liberación de los judíos del poder del Faraón, fiesta anual que se celebra en época de luna llena.
El domingo que sigue a la primera luna llena después del equinoccio de primavera (el 21 de marzo), se establece como Domingo de Pascua o “Domingo de Resurrección”. Nota: este año -2008- ese domingo cae el 23 de marzo. En 1983, el año del terremoto de Popayán, cayó el 3 de abril.
El domingo anterior al de Pascua es el Domingo de Ramos, que marca el inicio de la Semana Santa. Cuarenta días antes, la Iglesia celebra el Miércoles de Ceniza, el principio de la Cuaresma, tiempo durante el cual se purgan las libertades y los excesos “tolerados” en que se ha incurrido durante la época de carnaval.
(Fragmento de mi texto "Las Procesiones de Popayán: un sentimiento colectivo" - En "Las Procesiones de Semana Santa en Popayán" - Villegas Editores)
viernes, marzo 07, 2008
viernes, febrero 29, 2008
sábado, febrero 16, 2008
domingo, febrero 10, 2008
El reflejo de esta copa...
¿Qué hace que en el reflejo de esta copa sobre el ceibó de mi casa en Bogotá, aparezca una calle de Popayán? (Con transeuntes y todo, como para que no quepa la menor duda) ¿Será que la copa no está hecha de cristal común sino de Ánimus?
sábado, octubre 13, 2007
viernes, julio 20, 2007
WITCHES' SABBATH
lunes, enero 29, 2007
MIS HERMANOS Y YO

Mi hermano mayor, solterón empedernido, ha pasado toda su vida en Cali (con excepción del tiempo que estudió en la URSS, de donde se vino porque allá no se consigue "Pielroja"). Se acaba de pensionar después de enseñar Estadística IV durante más de 20 años en la Universidad. A finales del 2006 publicó el libro "Censo, Mentiras y Video" ©


¿DE DÓNDE SALIERON MIS HERMANOS? (Febrero 7 de 2007)
La cara, como bien se sabe, no es simétrica, es decir, el lado izquierdo no es igual al derecho, ni viceversa... Obviamente.


Mis agradecimientos a quienes han expresado que yo soy "el mejor de los tres", lo que demuestra las conveniencias de la asimetría.
miércoles, noviembre 08, 2006
MI FANTASMA EN LAS ATARAZANAS

Hoy, el el Museo Martítimo de Barcelona, situado en las que fueran las Reales Atarazanas, oigo de pronto un pssst pssst, una voz que me llama, más bien como una especie de viento en la oreja, en uno de los pasadizos más oscuros de la antigua edificación.

Hago un movimiento con la mano para asegurarme de que no es mi reflejo en un vidrio y compruebo que no es. Con toda la cautela del caso e intentando controlar un miedo inexplicable (porque uno no tendría por qué tenerle miedo a su propio fantasma), levanto la cámara fotográfica, confiando que el dispositivo de autoenfoque funcione en la oscuridad. Y hundo el obturador: un ligero e inaudible click, que basta para que el esquivo fantasma desaparezca del lugar.
Yo ya había estado en las atarazanas en marzo pasado, y me sentí como en mi casa, pero esa vez mi fantasma no se dejó ver. Espero que la próxima vez que visite ese edificio nos volvamos a encontrar. Tenemos mucho que contarnos. Mucho que hablar.
sábado, octubre 07, 2006
Del Manual para un Nuevo Usuario del Planeta Tierra (Fragmento)
Al fondo del canal vaginal una cabecita peluda se acomoda, gira, avanza suavemente, lentamente, lubricádamente, lúbricamente, con una precisión mecánica, biológica... entre electrónica y humana. Casi que se pueden adivinar las instrucciones del Centro de Control de Vuelo para su acoplamiento con el mundo: giro a la izquierda 180 grados... LEDS que se encienden y se apagan... Oxígeno para la mamá... Un esfuerzo más... Latidos del corazón: normal... Pulso: normal... Presión sanguínea: normal... Temperatura: normal... Respiración: normal... Todo normal: todo excitado, todo presionado al máximo, todo acelerado, todo reinventado... Todo sobrecargado de Adrenalina... El mundo que se vuelve estrecho, que me empuja, que me estruja. El mundo que se llena de ecos circulares... De colores concéntricos... El mundo que me expulsa. El líquido en el cual he navegado nueve meses, fluyendo por el túnel como una catarata. Y al fondo del túnel, una luz que se dilata y que se cierra, como un gran iris que me observa, que me absorbe, que me espera. Jadeos... Sudor... Dolor... Latidos de corazón acelerados... Un esfuerzo más... Unos dedos que me toman y me halan delicada, pero firmemente, la cabeza... Otro esfuerzo... El conteo final: cinco, cuatro, tres, dos, uno, cero: CONTACTO...

Fragmento "Del Manual para un Nuevo Usuario del Planeta Tierra"
Gustavo Wilches-Chaux, Popayán (1988)
jueves, octubre 05, 2006
Antes de que se me olvide (¿XX...?)

Se llevó a Carlos Enrique Bejarano Chaux, que en algún momento, ante mis amigos de Popayán, se presentó como "el tercer mejor primo de Gustavo", respetando prudentemente la jerarquía cronológica de sus dos hermanos mayores, Víctor Manuel y Santiago.
Carlos Enrique era seis años menor que yo, pero en algún momento, cuando yo tenía doce y él seis, lo duplicaba en edad, relación que de alguna manera se mantuvo y que me permitió sentir y ejercer hacia él un amor más que fraternal, casi paternal, especialmente durante el largo tiempo que tuve la fortuna de convivir con él en Popayán. Siempre estuvo ahí, al lado, en los momentos importantes, como cuando juntos acompañamos a bien morir a mi mamá.
¡Sí carajo! La muerte de Carlos Enrique no estaba en las cuentas de nadie. Se murió en el Ecuador, donde vivía hace varios años con Magdalena, su mujer, y con sus dos hijos pequeños, a quienes tengo muchas, muchísimas cosas, que contarles y decirles sobre su papá.
Porque esa es una de las maneras que tenemos para evitar que la muerte se salga con la suya del todo. A punta de carreta vamos a impedir que se lleve lo mejor que el paso de Carlos Enrique por la Tierra nos dejó. (Por la Tierra y por la tierra, porque a pesar de ser muy rolo, la vida había convertido a Carlos en un hombre de campo, de esos que hablan fácil con las plantas y los animales. Posiblemente no fue gratuito que se muriera el día de San Francisco de Asis).
Esa tarea de ganarle a la muerte nos queda a todos cuantos formamos parte de esa enorme red de afectos que solamente pueden tejer personas que, como Carlos -que era una especie de Hobbit corpulento y cercano- asumen la vida mansamente, con sencillez, con valor, sin arrogancia, sin fatuidad.
Hasta ayer este mundo era un poquito mejor. Carlos Enrique era una de esas personas que con su timidez, su calidez, su delicadeza en el trato, su sentido del humor y su generosidad, cotidianamente sacan la cara por la humanidad.
Durante los últimos años -qué: diez o más- casi no nos habíamos vuelto a ver, pero uno se sentía más seguro solamente de saber que andaba por ahí.
Por hoy no escribo más. Que lo demás lo diga ese atardecer de arriba que acabo de fotografiar.
domingo, septiembre 24, 2006
viernes, septiembre 01, 2006
Antes de que se me olvide ( I )

Quiero decir, de mis tíos bisabuelos, y de mis bisabuelos materno y paterno, asesinado este último cuando todavía era un hombre joven, y en cuyo daguerrotipo me miré durante varios años como si fuera un espejo.
Esas sesiones oníricas en el laboratorio de Francisco sucedían en la época en que apareció la primera edición de “Cien Años de Soledad” y a los adolescentes de entonces nos pusieron en el Liceo de Popayán la tarea de leerlo, y no había límites discernibles ni en el espacio ni en el tiempo entre el laboratorio de Melquiades y el taller de Francisco, ni entre los pescaditos dorados que fabricaba el Coronel Aureliano Buendía y los pendientes con escarabajos que elaboraba mi primo.
Durante horas mis amigos y yo, que éramos algunos años menores que Francisco, nos extasiábamos viéndo cómo salían de sus manos, con la misma facilidad, el casco en miniatura del Gjoa -el rompehielos en el que explorador noruego Roald Amudsen viajó al Polo Sur- o un gavilán disecado con un ratón en las garras, o un dibujo a plumilla, o una joya de plata. Y así mismo, le rogábamos a nuestro adalid en esas artes semiocultas, que repitiera una y otra vez el experimento que consistía en bañar con ácido sulfúrico una copa con azúcar, lo cual provocaba que de la copa surgiera una defecación sonora, oscura, exhuberante y obscena.

Y en esa misma casona vi otras veces la muerte: una, en un cuarto del segundo piso, junto al cuerpo sin vida de Francisco, tendido sobre la cama, con su ropa de siempre, apenas un poco más pálido de lo que era habitualmente. Y otra, años después, en un cuarto diagonal al primero, junto al cuerpo de Julio Pantoja, otro primo que una noche se acostó bueno y sano y amaneció muerto al día siguiente.
Cuando ví el movimiento de los brazos desgonzados de Francisco cuando alguien intentaba acomodar un crucifijo en las largas manos del cadáver, reconocí la manera como echaban la cabeza hacia atrás las aves muertas, todavía calientes, que disecaba mi primo, y que en medio de esa atmósfera amarilla de formoles y ácidos, despedían olor a pólvora fresca y a musgo de cañada. Ví los dedos repitiendo con exactitud el minucioso ritual de taxidermista con que Francisco acomodaba el cuerpo del ratón en las garras del ave.
Allí, junto a Francisco, estaba la muerte acompañándonos, sin gestos triunfales, con la naturalidad ominpresente de siempre.
Desde entonces no hemos dejado de encontrarnos a intervalos irregulares, y algunas veces siento incluso que me respira en la oreja. Nos saludamos con cierta indiferencia, un poco fingida, pienso que de lado y lado. Con el recelo que existe entre quienes se conocen las jugadas mutuamente.La vez siguiente fue junto al cadáver de mi abuelo.
