domingo, junio 15, 2008

Desagravio al elefante

Mis hijas Camila y Olivia mandan esta fotografía desde París. Yo la "cuelgo" en mi blog como un homenaje de desagravio al elefante, ese animal maravilloso que el eminentísimo y cartagüeñísimo monseñor Pedro Rubiano Sáenz, hoy Cardenal Primado de Colombia y uno de los paquidermos más insignes que todavía respiran en el territorio nacional, se encargó de denigrar cuando el muy hipócrita "Proceso 8.000".

Monseñor Pedro Rubiano Sáenz. Me quedo con el elefante...

sábado, mayo 10, 2008

LA TIERRA... en las nubes

Como si los continentes, en su deriva sobre el manto terrestre, crearan un back up de nubes, que de vez en cuando se proyecta en el cielo.

Con el pretexto de esta foto, que tomé esta mañana, transcribo un fragmento de un discurso que leí en Noviembre de 1996, en la la entrega del Premio de Ecología “Enrique Pérez Arbeláez” del Fondo FEN “José Celestino Mútis”, invitado por mi amigo Angel Guarnizo.

"Maestras y maestros suelen quejarse, muchas veces con razón, de que no poseen todos los elementos necesarios para adelantar su misión educativa con la calidad anhelada. Existen, sin embargo, múltiples señales en ese “Lenguaje” de la Naturaleza de que hablara Jakob Böhme, que podrían convertirse en las mejores “ayudas didácticas” y que dejamos, literalmente, que el viento se lleve, sin que aprovechemos con la compasión necesaria, todas sus posibilidades.

Me refiero, por ejemplo, al caso del maestro o de la maestra de geografía que se lamentan de la ausencia de textos o de láminas que muestren qué son las penínsulas y las bahías, o las ensenadas y los cabos, o las caletas y las puntas, o los golfos y los fiordos, mientras sobre sus cabezas y las de sus alumnos, pasa gratis “el cine de los cielos”.

Mientras en los volátiles contornos de las nubes contra el cielo azul, se forman y se transforman penínsulas de la Guajira y golfos de Maracaibo, fragmentos enteros y reconocibles de las costas Atlántica y Pacífica, continentes que se separan o se juntan creando istmos centroamericanos, desembocaduras de ríos que forman archipiélagos y bocanas, mares interiores unidos por estrechos, o territorios arcifinios cuyas fronteras siguen el curso de ríos y montañas. Masas de nubes que se fraccionan o se chocan, como en un “software educativo” sobre la deriva continental y la tectónica de placas...
Rizos, espirales, bucles que además se repiten en los “arcos y torbellinos”, nombres técnicos con que los dactiloscopistas designan los surcos de nuestras huellas dactilares. Estructuras ramificadas y orografías impresas en nuestras tan desconocidas palmas de las manos. (Y pongo un énfasis especial en esta parte, para quienes después de una “clase de nubes” necesiten material para estudiar en la casa.)

Estamos en la obligación de conspirar con la teoría del caos y la geografía de fractales, para reconocerle la cara al país en el contorno de las nubes, y para poder recuperar yá esa “lengua sensual”, en esta Tierra, y no sólo como auguraba Böhme, en otro mundo."


Esta "Colombia" sí la fotografié hace años -en 2004- aproximándome a Haití, rumbo a Jamaica.

Cuando en el texto de arriba cito a Jakob Böhme, es con base en la siguiente cita del libro "Mysterium Magnum", que hace Umberto Eco en "La búsqueda de la lengua perfecta":

Cuando todos los pueblos hablaban una sola lengua, entonces se entendían, pero cuando ya no quisieron utilizar la lengua sensual, entonces perdieron el recto conocimiento, porque transfirieron los espíritus de la lengua sensual a una tosca forma exterior... Ahora ningún pueblo comprende ya el lenguaje sensual, mientras que los pájaros del aire y los animales de los bosques se entienden perfectamente según sus cualidades. Los hombres deben darse cuenta de qué han sido privados y de qué adquirirán cuando renazcan, ya no sobre esta tierra, sino en otro mundo espiritual. Todos los espíritus hablan entre sí un lenguaje sensual, no necesitan otro lenguaje, porque el suyo es el Lenguaje de la Naturaleza.


La turbulencia del "Continente Negro". Abajo, la Antártida.

¿Gaviocóptero o Heliviota?

Un interesante caso de simbiosis o de un cruce mutante entre helicóptero y gaviota...
PANAMÁ, Mayo 9 de 2007

viernes, abril 18, 2008

ESPANTOS EN FORMACIÓN

Después del terremoto que en 1976 destruyó (otra vez) la ciudad de Antigua en Guatemala, la Agencia Española de Cooperación Internacional apoyó la restauración de varios claustros que fueran de la Compañía de Jesús. Allí funciona hoy el Centro de Formación de la AECID. Un indicador de lo afortunada que fue esa restauración, es que los espantos -y las espantas- se pasean como por su casa (que así es) por los corredores del claustro, y salen a dialogar con quienes asisten a los cursos con la mayor normalidad... y a lo mejor hasta participan en uno que otro taller.

martes, abril 15, 2008

HAROLD LORA H

Me suena este tal Harold Lora H. Tiene un nombre palindrómico y como de caleño. O también podría llamarse Luciano Loradoti. O Lorena San Basilio, para darle perspectiva de género.



Esta espectacular cantante -que aquí interpreta una popular pieza musical, de algún modo autorreferente- es natural y vecina de Oreganal, en el Departamento de la Guajira.

VIDEO DE GW-Ch (2005)

lunes, marzo 24, 2008

"La Historia de Prestobarba"

El día que los extraterrestres desembarcaron en Bogotá

Conservo el sonido original del video: "La cabalgata deportiva Gillete", programa que transmitía el radio mientras esos seres de luz hacían su arribo, en rigurosas parejas, a la ciudad de Bogotá (Octubre 2007). ¿Que pasó con ese ejército invasor? La respuesta es clara: como sus 'cuerpos' necesitan un ambiente de aguacero y oscuridad, desaparecen cuando amanece y/o deja de llover.


sábado, marzo 22, 2008

Curso rápido de Nostalgia Avanzada: SAMACÁ

Señora, buenos días; señor, muy buenos días...
Decidme: ¿Es esta granja la que fue de Ricard?
¿No estuvo recatada bajo frondas umbrías,
no tuvo un naranjero, y un sauce y un palmar?

El viejo huertecillo de perfumadas grutas
donde íbamos... donde iban los niños a jugar,
¿no tiene ahora nidos y pájaros y frutas?
¿Señora, y quién recoge los gajos del pomar?

Decidme, ¿ha mucho tiempo que se arruinó el molino
y que perdió sus muros, su acequia, su pajar?
Las hierbas, ya crecidas, ocultan el camino.
¿De quién son esas fábricas? ¿Quién hizo puente real?

Parábola del Retorno
Porfirio Barba Jacob (1906)


Logotipo de la Compañía de Samacá

En 1929, cuando mi abuelo administraba la Fábrica de Hilados y Tejidos, mi papá nació allá, en Samacá. Más de treinta años después, mi papá regresó como administrador de esa misma fábrica y de las minas de carbón. Y allí, en 1961, transcurrió una de mis múltiples infancias (porque al contrario de “Don Fulgencio, el hombre que no tuvo infancia”, yo sí tuve varias: en Popayán, en Bogotá, en Bucaramanga, en Samacá, una segunda en Bogotá).

LA TINTORERÍA. Mi abuelo -Gustavo Wilches Castro- es el primero de izquierda a derecha en el grupo de tres

Obreras de la fábrica (alrededor de 1929)

De Samacá conservo, sobre todo, recuerdos olfativos y sensaciones de piel. Solamente en 1986, cuando vivía en Great Milton, un pueblito inglés cercano a Oxford, me dí cuenta de que esa sensación que me ligaba a Samacá, era el olor a frío y a carbón.



Ayer, 21 de marzo de 2008, regresé por segunda vez después de que nos fuimos de allí a fines de 1961 o principios de 1962 (la primera vez que volví fue hace un poco menos de 20 años). Encontré los restos de la fábrica y las ruinas de la que fuera “la Casa de la Administración”. Materialmente recogiendo los pasos, recorrí (con Juan Carlos Isaza y con Charlie) sus corredores y lo que queda de las habitaciones, del patio interior y del jardín. Debo confesar que esperaba encontrarme algún fantasma: quizás el mío propio, como me sucedió en el Museo de las Atarazanas en Barcelona. No encontré ni fantasmas, ni esas sensaciones de piel, ni ese olor. Seguramente porque mi paso fue fugaz y porque en este casi medio siglo, el aire también se ha calentado en Samacá (y a lo mejor porque los fantasmas se toman el Viernes Santo).



Esta fue la misma casa en la que yo, cuando tenía 7 años, viví en Samacá, pero no donde nació mi papá. Esta última desapareció el 2 de noviembre de 1936, cuando (tiempo después de que mi abuelo y su familia se fueron de allá) el río Gachanaca rompió una presa, inundó el valle de Samacá, destruyó varias casas del pueblo y de la fábrica y causó la pérdida de por lo menos 200 vidas humanas. El agua volvió por lo suyo porque, según cuenta la historia, lo que hoy es el valle de Samacá era un gran lago (la Laguna de Camcicá), que desecaron los conquistadores españoles para poder cultivar.



Además de la "Parábola del Retorno", de Porfirio Barba Jacob, de la que tomo el epígrafe, recorriendo ese lugar me vino a la mente el siguiente poema de Luis Carlos López, que no solamente pinta la casa de manera perfecta (aunque sin lagartos) sino que expresa también la sensación que me quedó:


¡ Pobre casa de mis antepasados !...
si pudiera comprarte, si pudiera
restaurar tus balcones y tejados,
y por el caracol de tu escalera

subir a tus salones empolvados
para en tu soledad, casona austera,
revivir episodios olvidados,
teniendo en tu zaguán loro y portera…

Pero tú, caserón en esqueleto,
refugio de vampiros y lagartos,
donde penetra el sol hecho una brasa,

¡ qué sabes de las cuitas de un bisnieto,
de un bisnieto aburrido y sin dos cuartos,
que no puede comprarte, pobre casa !...



Muy acertadamente comenta Blanca Cecilia que es muy extraño que la vegetación no se haya apoderado del lugar. La casa está en ruinas, hay vidrios rotos y goteras y algo de humedad en los cielorrasos y los muros, pero salvo unas pocas bromelias en una canal, ni musgo ni otras plantas ni en los techos, ni en el interior. Tampoco vimos bichos, que en ese clima también los hay (a lo mejor por la hora -medio día- aunque adentro había mucha oscuridad). Como si algo hubiera esterilizado la casa.

jueves, marzo 20, 2008

ESTIGMAS DE LA PASIÓN

¿Por qué precisamente en Semana Santa me aparece esta llaga en la palma de la mano?

Por pendejo. Por intentar dedicar los 'días santos' a actividades de bricolage que me chocan e ignoro. Concretamente, me volví m... la mano con el mango de un destornillador, intentando ajustar unos tornillos para adosar a la pared una repisa, que acabó desplomádose. Por fingir una pasión que no poseo, por los trabajos caseros.

Passiflora caerulea (en el Jardín Botánico de Bogotá)

Para no salirnos del tema, aprovechemos para contar que las Passifloras o Pasionarias, fueron bautizadas así por Linneo, porque sus flores exhiiben los símbolos de la pasión de Cristo: la Corona y los Clavos. A este género pertenece la granadilla del quijo (Passiflora popenovii) una fruta del Cauca por la que sí siento una verdadera pasión pecaminosa de lujuria y de gula, y que por una de esas curiosas sincronicidades, solamente se dá en Semana Santa.

Y para terminar, este puente a la entrada "Aproximación al Equinoccio" de mi blog TEOFANÍAS:

El carácter lunar del calendario utilizado por la Iglesia Católica para fijar cada año la Semana Santa determina que casi siempre esa misma luna llena presida las noches de procesión en Popayán. Esto, por supuesto, cuando la dejan ver las condiciones meteorológicas.

Lo anterior es una de las consecuencias del hecho de que la mayor parte de las fiestas de la Iglesia se superpusieron sobre las celebraciones paganas de la antigua Europa, íntimamente ligadas a las estaciones y, en consecuencia, a los movimientos celestes de la luna y del sol. Y también se debe a que la Pasión de Cristo sucedió durante los días de la Pascua judía, conmemorativa de la liberación de los judíos del poder del Faraón, fiesta anual que se celebra en época de luna llena.

20 DE MARZO DE 2008

El domingo que sigue a la primera luna llena después del equinoccio de primavera (el 21 de marzo), se establece como Domingo de Pascua o “Domingo de Resurrección”. Nota: este año -2008- ese domingo cae el 23 de marzo. En 1983, el año del terremoto de Popayán, cayó el 3 de abril.

El domingo anterior al de Pascua es el Domingo de Ramos, que marca el inicio de la Semana Santa. Cuarenta días antes, la Iglesia celebra el Miércoles de Ceniza, el principio de la Cuaresma, tiempo durante el cual se purgan las libertades y los excesos “tolerados” en que se ha incurrido durante la época de carnaval.

(Fragmento de mi texto "Las Procesiones de Popayán: un sentimiento colectivo" - En "Las Procesiones de Semana Santa en Popayán" - Villegas Editores)



viernes, febrero 29, 2008

El 5 satisfecho tras alimentar a sus pollos en el nido

LOS CABALLEROS DEL RITO DE LAS MÁQUINAS VOLADORAS

EL GRAN COMENDADOR DE LA LLAMA QUE ORIENTA

LOS MONJES AMARILLOS ESCUCHAN CON RESPETO LAS SEÑALES DEL DIOS

TRABAJADORES ENCARGADOS DE DESPACHAR Y RECIBIR LOS AVIONES EN EL AEROPUERTO DE QUITO

sábado, febrero 16, 2008

¿Y ESTO?

Ni idea: una mezcla curiosa de aguacero, nubes, avión y sol detrás


Bogotá, Febrero 16 de 2007 4:37 pm - El avión se aproxima en medio del aguacero al aeropuerto Eldorado

domingo, febrero 10, 2008

El reflejo de esta copa...


¿Qué hace que en el reflejo de esta copa sobre el ceibó de mi casa en Bogotá, aparezca una calle de Popayán? (Con transeuntes y todo, como para que no quepa la menor duda) ¿Será que la copa no está hecha de cristal común sino de Ánimus?

sábado, octubre 13, 2007

CHÉ

En virtud de la difracción, el Ché se aparece en el velo de mi habitación.
La foto fue tomada el 27 de Octubre de 2003. Hoy ya no se puede ver porque podaron el eucaliptus del fondo

viernes, julio 20, 2007

WITCHES' SABBATH

El Aquelarre de Goya (En inglés: Witches' Sabbath)


Otra versión de El Aquelarre

Un close up

Julio 19, 2007

Y la foto que tomé mirando hacia de los cerros occidentales de Bogotá: definitivamente, como que más sabe el diablo por viejo que por diablo (ojo al avión)


Otra versión, para que no quepa duda.

lunes, enero 29, 2007

MIS HERMANOS Y YO


Mi hermano mayor, solterón empedernido, ha pasado toda su vida en Cali (con excepción del tiempo que estudió en la URSS, de donde se vino porque allá no se consigue "Pielroja"). Se acaba de pensionar después de enseñar Estadística IV durante más de 20 años en la Universidad. A finales del 2006 publicó el libro "Censo, Mentiras y Video" ©.

Mi hermano menor vive en Milwakee desde que se fue de Colombia, cuando cumplió 16 . Se ha casado cuatro veces, y tiene un laboratorio de afinación de motos Harley Davison y un taller de fabricación de hot rods.

Y yo. De mi hermano mayor envidio su conocimiento de las matemáticas y su pensión. De mi hermano menor su habilidad para la mecánica y su Harley clásica. Se sorprenderán quienes no sabían de la existencia de mis dos hermanos, porque casi nunca los menciono, aunque ambos, permanentemente, viven en mí. Ayer nos reencontramos después de muchos años de no vernos, previo acuerdo expreso de que no íbamos a discutir de política para no tirarnos la reunión.

¿DE DÓNDE SALIERON MIS HERMANOS? (Febrero 7 de 2007)

La cara, como bien se sabe, no es simétrica, es decir, el lado izquierdo no es igual al derecho, ni viceversa... Obviamente.

"Mi hermano mayor" se forma con el lado derecho de mi cara y su "reflejo", y "mi hermano menor" con el lado izquierdo y su "reflejo".
Mis agradecimientos a quienes han expresado que yo soy "el mejor de los tres", lo que demuestra las conveniencias de la asimetría.

miércoles, noviembre 08, 2006

MI FANTASMA EN LAS ATARAZANAS

Otro relato verídico de ficción.

Yo nací en Popayán, una porción de tierra rodeada de tierra por todas partes, menos por una: por encima. Y eso. Creo que solamente conocí el mar como a los 10 o 12 años, en Caracas. Podría afirmar, sin temor a equivocarme, que hasta el comienzo de mi adolescencia fui un niño mareado. Escásamente sé sobreaguar con nadadito de perro y en mi vida sólo he montado en barco unas tres o cuatro veces. Paseitos cortos, uno de ellos en ese enorme mar de agua dulce que es el lago Titicaca. Sin embargo siento una irresistible atracción por todo lo que tiene que ver con barcos, velas, cordámenes, cuadernas y todos esos términos que describen los aparejos navales. Y claro, por todos los instrumentos de navegación, comenzando por la brújula, el más fascinante de todos. Y por los mapas, o más exactamente, por cartas de navegación y portulanos. Me pregunto por qué. Y aunque ni de lejos creo en la reencarnación, sí se me ha pasado por la mente que en alguna vida anterior -muy anterior- pude haber sido un hombre de mar.

Hoy, el el Museo Martítimo de Barcelona, situado en las que fueran las Reales Atarazanas, oigo de pronto un pssst pssst, una voz que me llama, más bien como una especie de viento en la oreja, en uno de los pasadizos más oscuros de la antigua edificación.

Volteo a mirar, pero no veo a nadie por ahí. Avanzo un poco más, cuando de pronto lo veo, entre entre cajones y bultos. O mejor dicho: me veo.

Hago un movimiento con la mano para asegurarme de que no es mi reflejo en un vidrio y compruebo que no es. Con toda la cautela del caso e intentando controlar un miedo inexplicable (porque uno no tendría por qué tenerle miedo a su propio fantasma), levanto la cámara fotográfica, confiando que el dispositivo de autoenfoque funcione en la oscuridad. Y hundo el obturador: un ligero e inaudible click, que basta para que el esquivo fantasma desaparezca del lugar.

Yo ya había estado en las atarazanas en marzo pasado, y me sentí como en mi casa, pero esa vez mi fantasma no se dejó ver. Espero que la próxima vez que visite ese edificio nos volvamos a encontrar. Tenemos mucho que contarnos. Mucho que hablar.

sábado, octubre 07, 2006

Del Manual para un Nuevo Usuario del Planeta Tierra (Fragmento)

Septiembre 1. Jueves, 1:45 p.m. En la sala de partos.

Al fondo del canal vaginal una cabecita peluda se acomoda, gira, avanza suavemente, lentamente, lubricádamente, lúbricamente, con una precisión mecánica, biológica... entre electrónica y humana. Casi que se pueden adivinar las instrucciones del Centro de Control de Vuelo para su acoplamiento con el mundo: giro a la izquierda 180 grados... LEDS que se encienden y se apagan... Oxígeno para la mamá... Un esfuerzo más... Latidos del corazón: normal... Pulso: normal... Presión sanguínea: normal... Temperatura: normal... Respiración: normal... Todo normal: todo excitado, todo presionado al máximo, todo acelerado, todo reinventado... Todo sobrecargado de Adrenalina... El mundo que se vuelve estrecho, que me empuja, que me estruja. El mundo que se llena de ecos circulares... De colores concéntricos... El mundo que me expulsa. El líquido en el cual he navegado nueve meses, fluyendo por el túnel como una catarata. Y al fondo del túnel, una luz que se dilata y que se cierra, como un gran iris que me observa, que me absorbe, que me espera. Jadeos... Sudor... Dolor... Latidos de corazón acelerados... Un esfuerzo más... Unos dedos que me toman y me halan delicada, pero firmemente, la cabeza... Otro esfuerzo... El conteo final: cinco, cuatro, tres, dos, uno, cero: CONTACTO...1:55 pm: aflora la cabeza. Un nuevo giro: afloran los hombros, el tronco, el cordón umbilical. Más instrucciones. El primer llanto. Aspiradora. Aflora la cintura. Aflora el sexo. Una niña: Olivia. No se equivocó la ecografía. Afloran las piernas... los pies... la placenta... Adherida al cordón umbilical, sale la placenta, cósmica, translúcida... El traje espacial que me protegió durante nueve meses (o una mera bolsa de carne, si se despoja de significado). Me cortan el ombligo. Aunque sólo me voy a dar cuenta de ello muchos meses, casi años, más tarde, he iniciado lo que los astronautas denominan Actividad Extra-Vehicular o, sugestivamente, "EVA" (por Extra-Vehicular Activity). He nacido: exactamente el día en que se completan 66 vueltas al Sol desde el día del nacimiento de mi abuela...

Fragmento "Del Manual para un Nuevo Usuario del Planeta Tierra"

Gustavo Wilches-Chaux, Popayán (1988)



jueves, octubre 05, 2006

Antes de que se me olvide (¿XX...?)

No hubiera querido llegar nunca a este capítulo de la historia de mis encuentros y desencuentros con la muerte, que ayer, 4 de Octubre, día de San Francisco de Asis, o sea: de Orula, me jugó una muy mala pasada, así de repente, sin avisar.

Se llevó a Carlos Enrique Bejarano Chaux, que en algún momento, ante mis amigos de Popayán, se presentó como "el tercer mejor primo de Gustavo", respetando prudentemente la jerarquía cronológica de sus dos hermanos mayores, Víctor Manuel y Santiago.

Carlos Enrique era seis años menor que yo, pero en algún momento, cuando yo tenía doce y él seis, lo duplicaba en edad, relación que de alguna manera se mantuvo y que me permitió sentir y ejercer hacia él un amor más que fraternal, casi paternal, especialmente durante el largo tiempo que tuve la fortuna de convivir con él en Popayán. Siempre estuvo ahí, al lado, en los momentos importantes, como cuando juntos acompañamos a bien morir a mi mamá.

¡Sí carajo! La muerte de Carlos Enrique no estaba en las cuentas de nadie. Se murió en el Ecuador, donde vivía hace varios años con Magdalena, su mujer, y con sus dos hijos pequeños, a quienes tengo muchas, muchísimas cosas, que contarles y decirles sobre su papá.

Porque esa es una de las maneras que tenemos para evitar que la muerte se salga con la suya del todo. A punta de carreta vamos a impedir que se lleve lo mejor que el paso de Carlos Enrique por la Tierra nos dejó. (Por la Tierra y por la tierra, porque a pesar de ser muy rolo, la vida había convertido a Carlos en un hombre de campo, de esos que hablan fácil con las plantas y los animales. Posiblemente no fue gratuito que se muriera el día de San Francisco de Asis).

Esa tarea de ganarle a la muerte nos queda a todos cuantos formamos parte de esa enorme red de afectos que solamente pueden tejer personas que, como Carlos -que era una especie de Hobbit corpulento y cercano- asumen la vida mansamente, con sencillez, con valor, sin arrogancia, sin fatuidad.

Hasta ayer este mundo era un poquito mejor. Carlos Enrique era una de esas personas que con su timidez, su calidez, su delicadeza en el trato, su sentido del humor y su generosidad, cotidianamente sacan la cara por la humanidad.

Durante los últimos años -qué: diez o más- casi no nos habíamos vuelto a ver, pero uno se sentía más seguro solamente de saber que andaba por ahí.

Por hoy no escribo más. Que lo demás lo diga ese atardecer de arriba que acabo de fotografiar.

viernes, septiembre 29, 2006

La topografía de una cara y la piel de la Tierra. (Ver TEOFANÍAS)

viernes, septiembre 01, 2006

Antes de que se me olvide ( I )

El primer muerto que conocí se llamaba Francisco Chaux y era mi primo. El segundo se llamaba Francisco José Chaux y era mi abuelo. Se murieron con algunos años de diferencia, el nieto primero.Mi primo Francisco Chaux me presentó a la muerte, que de alguna manera era su compañera permanente. Francisco era cazador y taxidermista, y además vivía con una enfermedad terminal que marcó su existencia y que acabó llevándoselo a una edad muy por encima del promedio que normalmente alcanzan los que la padecen.
Su lugar de trabajo era una mezcla de taller de joyero y modelista naval con laboratorio de taxidermista y alquimista. Allí se respiraba una atmósfera amarilla de formol, de gases corporales y de ácidos fumantes que impregnaba las pieles de los animales en proceso de embalsamamiento, y la ropa de Francisco, y el pelo y la piel de los que durante horas nos sumergíamos en ese cuarto, al que se penetraba en medio de árboles y arbustos de una huerta urbana en el tercer patio de una casa enorme, que durante varias generaciones (hasta el terremoto de 1983) estuvo en manos de la familia. Se la había comprado a don Julio Arboleda “el papá” Julio Chaux, bisabuelo de Francisco y tío de mi abuelo, de quien heredé la costubre de decirle “papá Julio” a ese personaje remoto con quien, por supuesto, nunca compartimos el planeta, pero que, sin embargo, siento tan cercano como el resto de “mis tíos”.

Quiero decir, de mis tíos bisabuelos, y de mis bisabuelos materno y paterno, asesinado este último cuando todavía era un hombre joven, y en cuyo daguerrotipo me miré durante varios años como si fuera un espejo.


Esas sesiones oníricas en el laboratorio de Francisco sucedían en la época en que apareció la primera edición de “Cien Años de Soledad” y a los adolescentes de entonces nos pusieron en el Liceo de Popayán la tarea de leerlo, y no había límites discernibles ni en el espacio ni en el tiempo entre el laboratorio de Melquiades y el taller de Francisco, ni entre los pescaditos dorados que fabricaba el Coronel Aureliano Buendía y los pendientes con escarabajos que elaboraba mi primo.

Durante horas mis amigos y yo, que éramos algunos años menores que Francisco, nos extasiábamos viéndo cómo salían de sus manos, con la misma facilidad, el casco en miniatura del Gjoa -el rompehielos en el que explorador noruego Roald Amudsen viajó al Polo Sur- o un gavilán disecado con un ratón en las garras, o un dibujo a plumilla, o una joya de plata. Y así mismo, le rogábamos a nuestro adalid en esas artes semiocultas, que repitiera una y otra vez el experimento que consistía en bañar con ácido sulfúrico una copa con azúcar, lo cual provocaba que de la copa surgiera una defecación sonora, oscura, exhuberante y obscena.

Sí: en ese taller-laboratorio me hice amigo de la muerte, a fuerza de verla allí todos los días, acompañando a Francisco y ayudándolo en su trabajo de artesano alquimista.

Y en esa misma casona vi otras veces la muerte: una, en un cuarto del segundo piso, junto al cuerpo sin vida de Francisco, tendido sobre la cama, con su ropa de siempre, apenas un poco más pálido de lo que era habitualmente. Y otra, años después, en un cuarto diagonal al primero, junto al cuerpo de Julio Pantoja, otro primo que una noche se acostó bueno y sano y amaneció muerto al día siguiente.

Cuando ví el movimiento de los brazos desgonzados de Francisco cuando alguien intentaba acomodar un crucifijo en las largas manos del cadáver, reconocí la manera como echaban la cabeza hacia atrás las aves muertas, todavía calientes, que disecaba mi primo, y que en medio de esa atmósfera amarilla de formoles y ácidos, despedían olor a pólvora fresca y a musgo de cañada. Ví los dedos repitiendo con exactitud el minucioso ritual de taxidermista con que Francisco acomodaba el cuerpo del ratón en las garras del ave.

Allí, junto a Francisco, estaba la muerte acompañándonos, sin gestos triunfales, con la naturalidad ominpresente de siempre.

Desde entonces no hemos dejado de encontrarnos a intervalos irregulares, y algunas veces siento incluso que me respira en la oreja. Nos saludamos con cierta indiferencia, un poco fingida, pienso que de lado y lado. Con el recelo que existe entre quienes se conocen las jugadas mutuamente.
La vez siguiente fue junto al cadáver de mi abuelo.

"Casa del Carmen", donde mi abuelo Francisco José Chaux pasó gran parte de su infancia y adolescencia, cuando vino a Popayán a vivir con sus tíos paternos desde Quibdó, su tierra natal.

Continuará